martes, 22 de febrero de 2022

HISTORIA DE LA VILLA DE ATIENZA

 
HISTORIA DE LA VILLA DE ATIENZA
DE LOS ORÍGENES AL SIGLO XIX

 

   Atienza, en el norte de la actual provincia de Guadalajara, fue desde siempre una villa con función defensiva, como ya recogiera el Cantar de Mío Cid. Emplazada en el extremo oriental de la divisoria entre el Tajo y el Duero, cerca también del sistema ibérico y de la raya de Aragón, ruta esta que guarda Sigüenza, sobre el Henares.  Tal función defensiva alcanzó gran importancia cuando la frontera cristiano-musulmuna se situó por estas tierras, manteniéndose después por la oposición entre reinos cristianos hasta la unión de Castilla y Aragón. Convertida en centro comarcal, mantuvo su tono urbano durante siglos, perdurando su noble prestancia, su sobrecogedora belleza urbasna, su historia… Como escribiese Antonio Lopez Gómez.

    Una población por la que se paseó la historia de España. Coronada por su imponente castillo; elevada a la cima del arte por su multitud de iglesias románicas; por la corona de su muralla.

   Todo hace que, Atienza, sea admirada, y admirable.

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HISTORIAS DE LA VILLA DE ATIENZA

 

   Tendríamos que remontarnos a los albores del siglo XVII para encontrar la primera “Historia de la Villa de Atienza”, escrita y documentalmente preparada por quien fuera en aquel tiempo escribano del Concejo de Atienza, don Francisco de Soto y Vergara.

   Poco conocemos de la obra de Soto y Vergara, salvo que a partir de entonces sería utilizada por numerosos autores que, a partir del siglo siguiente, escribirían sobre la Villa de Atienza.

   Su densa historia, su entrada por la puerta grande de la historia de Castilla y por ende de España, la hicieron siempre apetecible a los escritores, literatos o historiadores.

   En la obra de Francisco de Soto basó numerosas de sus citas el clérigo e historiador Francisco Flórez, y la obra de Soto y Vergara se tomó como base de los escritos del “anónimo” beneficiado de la Iglesia Parroquial de Santa María del Rey, que dio a la luz, siquiera local, su “Breve Relación Historial de la Villa de Atienza”; a la par que esta salió la que escribió, relacionó y remitió al geógrafo Tomás López, en 1786, el también clérigo, arcipreste de la iglesia parroquial de San Juan del Mercado, don Joaquín de Iturmendi.


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    Las nociones históricas del Sr. Iturmendi servirían, tiempo adelante, para nuevas historias, y citas en los diccionarios y enciclopedias que, a partir de los años finales del siglo XVIII se dieron a conocer en España, entre ellos los llamados de Sebastián Miñano (1827) y Pascual Madoz (1847).

 


 ATIENZA, CRÓNICAS DEL SIGLO XX (Pulsando aquí)


   Con Pascual Madoz colaboraría quien, por aquellos tiempos, ocupó igualmente cargos de secretaría y escribanía en los ya ayuntamientos de Atienza, entre otros numerosos de la comarca y provincia, Dionisio Rodríguez Chicharro quien, entre las numerosas obras que dejó para conocimiento de la provincia y la serranía, se encontró una nueva “Historia de la Villa de Atienza”, datada en torno a 1870.

   A partir de aquí, numerosos autores tomaron datos y esbozaron parte de la historia de la villa en prensa y publicaciones varias, del mismo modo que el nombre de Atienza salió a relucir en obras literarias, en la novela y el teatro, principalmente a partir de la mitad del siglo XIX, después de que José Muñoz Maldonado, conde de Fabraquer, se hiciese cargo de relatar la historia medieval de Atienza en una de sus obras.

   Entrados en el siglo XX fueron los cronistas provinciales Juan-Catalina García López, Antonio Pareja Serrada y Manuel Serrano Sanz quienes dieron a la luz algunos notables trabajos basados, lógicamente, en estudios y escritos anteriores.

   A Francisco Layna Serrano legó el anterior cronista provincial, Manuel Serrano Sanz, sus notas en torno a la villa. Con ellas y sus propias investigaciones, dio a la luz, en 1945, la hasta ahora más conocida y renombrada “Historia de la Villa de Atienza”.

 

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   De entonces a hoy aquella obra de Francisco Layna ha servido para que algunos otros estudiosos o historiadores hayan reproducido textos conocidos de la historia de la villa hidalga.

   La que ahora presentamos es complementaria de la gran obra de Francisco Layna Serrano, que ha de referenciarse y tomarse obligatoriamente como base para llegar al día de hoy, complementando, repetimos, y acompañando las nuevas líneas históricas que el tiempo ha ido añadiendo y que, en tiempo pasado, no fueron posibles.

   Por supuesto que, tras esta, deberán obligatoriamente aparecer otras “Historias de la Villa de Atienza”, pues el tiempo añade líneas por descubrir al mañana, de lo que permaneció ayer oculto.

   En cualquier caso, es, la historia de la Villa de Atienza, una página siempre abierta, siempre elocuente, y siempre dada al examen y la revisión.

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LIBRO TAMAÑO GRANDE: 17,78  X 25,04

 

EL LIBRO: 

 

  • ASIN ‏ : ‎ B09MYVXJ1D
  • Editorial ‏ : ‎ Independently published
  • Idioma ‏ : ‎ Español
  • Tapa blanda ‏ : ‎ 324 páginas
  • ISBN-13 ‏ : ‎ 979-8762448253
  • Peso del producto ‏ : ‎ 708 g
  • Dimensiones ‏ : ‎ 17.78 x 2.06 x 25.4 cm

 

SUMARIO:

 -I-

ATIENZA,

LA GEOGRAFÍA Y EL ENTORNO

La Geografía y el entorno. Demografía. El topónimo.

 

-II-

LA HISTORIA REMOTA

El pasado remoto. Cuando los romanos ocuparon la tierra. Entre los visigodos y los árabes.

 

-III-

LA CONQUISTA CRISTIANA DE ATIENZA

La conquista cristiana de Atienza. La Reconquista. El Fuero de Atienza.

 

-IV-

ALFONSO VIII

El Rey de Atienza. Alfonso VIII en Atienza. El castillo, residencia real. La Atienza del Siglo XIII. Las Instituciones medievales.

 

-V-

ATIENZA, TRAS ALFONSO VIII

Atienza tras Alfonso VIII. El Monasterio de San Salvador en Pinilla, el origen. Sothuel de Hacham. Las Comendadoras en Almonacid.  Las Comendadoras de Calatrava en Madrid. Última página de las Calatravas. Gonzalo Ruiz de Atienza, el hombre del Rey.

 

-VI-

ATIENZA, EN ELSIGLO DE ALFONSO X

Atienza, en el siglo de Alfonso X. Sancho IV el Bravo.

 

 

-VII-

EL SEÑORÍO DE ATIENZA

Beltrán du Glesclín, Señor de Atienza. Señoras y Señores de Atienza. El Rey en Atienza.

 

-VIII-

CATALINA DE LANCASTER,

SEÑORA DE ATIENZA,

Y EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO

El Convento de San Francisco de la Inmaculada Concepción en Atienza, los orígenes. Catalina de Lancaster.

 

-IX-

ATIENZA, EN LA GUERRA DE LOS INFANTES DE ARAGÓN

LA CONQUISTA Y DESTRUCCIÓN DELA VILLA, EN 1446

El castillo de Iñesque. Atienza: los preludios de la batalla. Rodrigo de Rebolledo.

 

-X-

ATIENZA VUELVE A RESURGIR

Las últimas mermas del Común. La reconstrucción.

 

-XI-

ATIENZA, DE LOS BRAVO DE LAGUNA

La azarosa prisión del levantisco López de Madrid. Asalto al castillo. Los Bravo de Laguna, en Atienza. Los Bravo de Laguna, dinastía de Alcaides.

 

-XII-

LA TORRE DE LOS INFANTES, PRISIÓN DE ESTADO

Los Navarros de la Torre de los Infantes. Los últimos de la Torre.

 

-XIII-

ATIENZA EN EL SIGLO XVI

El urbanismo de Atienza. La plaza de San Juan del Mercado. El Convento de San Francisco, Casa Real. Gentes de Atienza, a lo largo delsiglo. Los Bravo de Laguna, en elsiglo XVI. Atienza y su viaje a las Indias. Memoria de los primeros hijos de Atienza que pisaron el Nuevo Continente. Luis Sánchez, Apóstol de los Indios de Popayán. Atienza, Corregimiento de Capa y Espada. Atienza 1592. Las Navidades del Rey Felipe II.

 

-XIV-

EL SIGLO DE ORO EN ATIENZA

Diego de Madriga, o el arte del retablo. Francisco del Castillo y Francisco Gonzalo. Francisco de Segura, el Alférez de Atienza. Un atencino en la Corte: Lorenzo de Serantes. El Convento de San Francisco, en el transcurso del Siglo.

 

-XV-

FELIPE V EN ATIENZA

Felipe V en Atienza, el invierno del Rey. Un reino en guerra. Atienza 1752, el Catastro de Ensenada. El día que tembló la tierra. El gran terremoto de 1755. El gran informe de Tomás López.

 

-XVI-

ATIENZA, SIGLO XVIII

El nuevo Hospital de Santa Ana. El Rollo. Hospital de San Julián. Hospital de San Antón. Hospital de San Marcos. Hospital de San Lázaro. Hospital de San Galindo, en Campisábalos. Ana Hernando y su Hospital. Baltasar de Elgueta Vigil. Noticias generales del Hospital de Santa Ana. Juan Manuel Rodríguez de Luna y Gaspar Casal. El Cristodel Perdón, de Atienza.

 

-XVII-

LA NUEVA NOBLEZA DEL SIGLO XVIII, EN ATIENZA

LA VIDA EN ATIENZA EN EL FINAL DEL SIGLO

Los Veladíez, o Beladíez. Atienza, escuela de Artesanos. Fuente y Lavadero. La Feria de Atienza.

 

-XVIII-

¡GUERRA A LOS FRANCESES!

Atienza, siglo XIX. El 2 de mayo. El Empecinado en Atienza. El ocaso de la Casa Convento de San Antón. La Constitución de 1812. Juan José Arias de Saavedra. Antolín García Lozano.

 

-XIX-

LA DESAMORTIZACIÓN

Las Guerras Carlistas. El secuestro de Baltasar Carrillo. La desamortización del Convento de San Francisco.

 

-XX-

NOTICIA DE LAS COFRADÍAS, HERMANDADES, ASOCIACIONES GREMIALES Y FUNDACIONES DE CARIDAD

El Cabildo de Clérigos de Atienza. Cofradía de Arrieros, Recueros y Mercadantes de la Santísima Trinidad. Cofradía de San Crispín y San Crispiniano. Cofradía de Santa Catalina. Cofradía de San Antón. Cofradía de Nobles de la Vera Cruz. Cofradía de Congregantes de Santiago de los Caballeros de Atienza. Cofradía de las Santas Espinas de Nuestro Señor. Cofradía del Sagrado Corazón. Cofradía de la Piedad y las Benditas Ánimas. La Danza de la muerte. Cofradía de San Ramón Nonato. Más cofradías. Las fundaciones de caridad.

 

-XXI-

EL ARTE EN ATIENZA

A través de sus iglesias

Santa María del Rey. Iglesia de Santiago de los Caballeros. Iglesia de la Santísima Trinidad. La Iglesia de San Gil. La Iglesia de San Bartolomé. Iglesia de Santa María del Val. Iglesia de San Juan del Mercado. La Iglesia del Salvador.

 

-XXII-

EL FINAL DE LA HISTORIA

EN EL SIGLO XIX

El último Corregidor y sus antecesores. El Pósito Real. El nuevo edificio municipal y sus propiedades. El ocaso de la Torre de los Infantes. Atienza 1879: La visión de Manuel Pérez Villamil.

 


  • ASIN ‏ : ‎ B09MYVXJ1D
  • Editorial ‏ : ‎ Independently published 
  • Idioma ‏ : ‎ Español
  • Tapa blanda ‏ : ‎ 324 páginas
  • ISBN-13 ‏ : ‎ 979-8762448253
  • Peso del producto ‏ : ‎ 708 g
  • Dimensiones ‏ : ‎ 17.78 x 2.06 x 25.4 cm

 

 


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  • Idioma ‏ : ‎ Español
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viernes, 16 de octubre de 2020

MEMORIA DEL MAESTRO ISIDRO ALMAZÁN. Dedicó su vida a la enseñanza, siendo autor de numerosas obras pedagógicas

 MEMORIA DEL MAESTRO ISIDRO ALMAZÁN. Dedicó su vida a la enseñanza, siendo autor de numerosas obras pedagógicas

    Tantos años hace que don Isidro Almazán forma parte de la historia docente de Guadalajara que nadie queda para recordar su paso por las escuelas provinciales. Su nombre, no obstante, ha quedado impreso con grandes letras en la historia guadalajareña. Letras tan lejanas que, de no recordarlas, pasarán al olvido. Trataremos de hacerlo.

    Nació, don Isidro Almazán Francos-Rodríguez, en la cercana tierra de la Campiña de Guadalajara, en Málaga del Fresno, en 1888, el 7 de noviembre, y fueron sus padres don Francisco Almazán, natural de Robledillo de Mohernando y la salmantina doña Ana Francos Rodríguez. Labrador el padre, dedicada al hogar, la madre.

 


 

    En Málaga del Fresno estudió las primeras letras y cuando la edad se lo permitió pasó a Guadalajara para continuar con el Bachiller en el Instituto Provincial, desde el que continuó a la búsqueda del título de maestro, que logró en 1907. Su primer destino lo encontraría en El Olivar (Guadalajara), de donde pasaría a Humanes de Mohernando al año siguiente, y de aquí a Membrillera.

    El 22 de febrero de 1909, constituida la Asociación Provincial de Maestros, fue uno de los integrantes de la Comisión permanente instituida para recaudar fondos a fin de levantar en Guadalajara un monumento al Conde de Romanones. Comisión que quedó compuesta por Julio Saldaña, como Inspector de Primera Enseñanza, de Presidente; Mariano Chueca como Vicepresidente; Pedro de Diego, Tesorero; nuestro Isidro Almazán como Contador; y Gabriel Vera como Secretario. Por supuesto, la suscripción la encabezaba el señor Chueca, con 10 pesetas, a quien seguían el resto de miembros de la Comisión, con cinco cada uno.

    En 1911, tras dejar la escuela de Membrillera pasó a la de Atienza, tras haber solicitado la de Cogolludo, que no le fue concedida. Escuela y partido, el de Atienza, en el que fundaría, junto a María Morterero, la Asociación Mutual de esta comarca. Primera conocida en Guadalajara, que pasaría a formar parte de la Asociación Provincial, y más tarde de la Nacional, de la que Isidro Almazán pasaría a ser Secretario, ya con el nombre de Junta de Defensa del Magisterio. Su defensa de los docentes haría que en muchos sectores se le conociese como el “Apóstol del Magisterio”. Para entonces su firma, en las principales revistas y periódicos que trataban de unir y dignificar la profesión, fue habitual.

 


 EL CID EN TIERRAS  DE GUADALAJARA. Para conocerlo, aquí

     En Atienza permanecería hasta 1915, con breves ausencias motivadas, en algunos casos, por enfermedad; en otras por licencias aprobadas para llevar a cabo ampliación de estudios o formar parte de la Peregrinación del Magisterio español a Roma, en 1913.

    Su paso por Atienza estuvo rodeado del cariño del pueblo, de la admiración de los alumnos y de un incontestable trabajo a favor de sus compañeros del partido. En Atienza creó, entre los alumnos, grupos de teatro, de estudios, de excursiones…, e incluso un pequeño coro que acompañaba las celebraciones religiosas, a las que dedicó, como a la enseñanza, el tiempo que creyó justo, ya que entendía que la enseñanza debía de tener una parte docente en los libros, y otra cristiana.

    Igualmente, y en Atienza, abrió la primera escuela nocturna preparatoria de oposiciones, en principio dirigida a los maestros y ampliada posteriormente a toda clase de funcionarios; siendo probablemente pionero en las clases por correspondencia ya que, además de las presenciales en su propio domicilio, a través del correo las llevaba a cualquier lugar de España.

    También han de agradecerse a don Isidro Almazán algunos logros para las escuelas atencinas, entre ellos el que, por vez primera en aquellas aulas se proyectasen lo que hoy conocemos como películas documentales, al lograr del ministerio correspondiente que a su escuela se la dotase con lo que en aquellos lejanos tiempos se denominó “linterna de proyecciones”.

    Tras todo un recorrido provincial, y nacional, terminó en Madrid, como Director del Grupo Escolar “Menéndez Pelayo”, sin por ello dejar su labor de defensa de los maestros, continuando en su lucha a través de su obra, con artículos y conferencias. Una de las más significativas sería la titulada “Los problemas del Magisterio”, dictada el 24 de octubre de 1935, en la que se ocupó de todos y cada uno de los problemas que los maestros venían teniendo en aquellos años para desarrollar su labor; desde los económicos, hasta el de la carencia de escuelas. 


 LA GUERRILLA DEL EMPECINADO EN GUADALAJARA (aquí)

    A Madrid había llegado en 1918 procedente de Orozco (Vizcaya), donde permaneció por una breve temporada a su vuelta de un recorrido europeo para conocer, en Italia y Francia, entre otras naciones, la docencia en aquellos países. En Madrid y provincia, ya que antes de terminar en la capital fue docente de las escuelas de Alcorcón y Carabanchel, de donde pasaría al que sería su definitivo destino, el ya mencionado grupo escolar “Menéndez Pelayo”, que terminaría dirigiendo. Al tiempo que compaginó este cargo con el de columnista para diversos periódicos nacionales, entre ellos El Debate y ABC. Igualmente, fue fundador de la revista pedagógica “Atenas”.

    Tan activo en la docencia como en la defensa de la educación cristiana del alumno, tendría no pocos enfrentamientos con las clases políticas dirigentes de todos los colores hasta que, llegado el enfrentamiento nacional en la Guerra Civil de 1936/39, sería perseguido por las fuerzas republicanas que terminaron apresándolo en su domicilio madrileño para, como a tantas personas más que por sus ideas, a favor de cualquiera de los bandos en lid se significaron, darle el conocido “paseíllo”. Tras su detención injustificada su cuerpo fue encontrado, presuntamente fusilado, el 28 de agosto de 1936. A partir de entonces fue conocido como “Mártir de los maestros católicos”. Fue asesinado junto a las tapias del cementerio de Aravaca (Madrid).

  

   Su muerte tardó en confirmarse y, una vez conocida, no fueron pocos los medios de prensa que dieron cuenta de ella bajo titulares como el de “Otro mártir del Magisterio Católico”:

 

   En varios colegas vemos confirmado nuestro triste presentimiento. Isidro Almazán, todo espíritu, abnegación y dinamismo, ha sido inmolado.

 

   Lo temíamos, lo presentíamos y casi hasta lo aceptábamos sin saberlo. Su prestigiosa personalidad y sus grandes servicios y desvelos por la sindicación católica de los profesionales del Magisterio primario se había destacado tanto que lo señalaba como víctima; eran tales los frutos que de su actividad al servicio de la Religión y de la enseñanza que había derecho a esperar que su crimen no podía perdonarse … Mucho celebraríamos que semejante noticia, a pesar de figurar como recogida por los periódicos, de autorizadas fuentes, no tuviese confirmación”.

 

   Lo anterior se publicaba en El Día de Palencia, con fecha 10 de noviembre, en medio de la confusión que había producido su desaparición. Nada se supo de él durante algún tiempo, desde que el 2 de agosto de aquel año fue decretado su cese por el Ministerio de Instrucción Pública.

 

   Sus restos recibieron sepultura en el cementerio de Aravaca.

 

   Dio a la imprenta numerosos escritos, principalmente sobre las conferencias pronunciadas, así como dos libritos que fueron referentes entre las clases del Magisterio.

 

   En 1912 dio a conocer uno de sus libros más populares: el “Libro del Opositor a Escuelas”, editado en la imprenta guadalajareña de Antero y Concha. Y publicitado como “muy útil para los señores aspirantes a las oposiciones restringidas y libres anunciadas”. Por supuesto, fue un éxito entre la clase docente.

 

   En 1924 se publicó otra de sus obras: “El Párroco en la Escuela”, que fue distribuido entre numerosos párrocos de distintas provincias, ya que la obra contenía “las disposiciones vigentes relacionadas con la iglesia y la escuela, cuyo exacto conocimiento es de tanta importancia para el recto ejercicio de sus deberes y derechos en orden a la enseñanza pública”.

 

   El 16 de octubre de 1913, tras no pocos retrasos e incidentes, presidía, junto a la comisión que lo llevó a cabo, la inauguración del famoso monumento al Conde de Romanones frente al palacio del Infantado.

 

   Su nombre continúa, al día de hoy, siendo referencia en el mundo del magisterio. Tanto que numerosos colegios, llevan su nombre.

 

Tomás Gismera Velasco

Guadalajara en la memoria

Periódico Nueva Alcarria

Guadalajara, 16 de octubre de 2020

 


 EL VALLE DE LA SAL. La novela, aquí

martes, 6 de octubre de 2020

ALFONSO VIII. Rey de Castilla

 ALFONSO VIII, Rey de Castilla
Soria, 11 de Noviembre de 1155- Gutierre Muñoz, 6 de octubre de 1214

 Alfonso VIII, en Atienza:

   Convertido Alfonso VIII en el gran protector de Atienza, las fundaciones sociales comienzan a desempeñar un importante papel dentro de la villa y su Común de Tierra.

   Junto al Concejo surgen paralelos distintos grupos de poder que éste ha de verse obligado a contener de alguna manera mediante normativas que han de tener como fin primordial una ordenación que defienda al ciudadano, y al poder real, en contra de los posibles desmanes de los ya poderosos gremios o hermandades gremiales fundadas en la población. Entre ellas la de arrieros, el Cabildo de Clérigos o la de zapateros.

 

 LA CABALLADA DE ATIENZA. EL LIBRO (pulsando aqui)

  Mediado el siglo XII se constituyen dos hermandades de tipo gremial, la de Arrieros y Recueros, bajo el patronazgo de la Santísima Trinidad con sede en esta iglesia, y la de Zapateros, al amparo de la de Santa María del Val. A finales de siglo o comienzos del siguiente, el poderoso Cabildo de Clérigos, que andado el tiempo será una de las primeras instituciones de la villa en cuanto a titulares, influencia y riquezas, logradas a través de donativos y reinversión de éstos en productivas tierras, generadoras a su vez de nuevas riquezas.

   Atento a todo esto, el Concejo se ve ampliado con la incorporación de escribanos y expertos en leyes, reglando constantemente ante el crecimiento de la población, ordenando tasas o velando por el cumplimiento de aquellas, y por supuesto no ha de olvidar la beneficencia, para lo que mediado el siglo funda, más que probablemente en unión con la hermandad de Arrieros, el hospital de San Julián, haciéndose cargo ambas instituciones de su sostenimiento. Fundación hospitalaria que, de la mano del Concejo, llegará hasta la mitad del siglo XIX.

   A lo largo de los veinte o veinticinco años siguientes a la llegada al trono de Alfonso VIII, la vida atencina da un giro total, en pos de su futuro bienestar, o prosperidad para sus habitantes. Además de aquellas instituciones el desarrollo urbanístico adquiere una notable importancia con la llegada de nuevos pobladores, mayoritariamente artesanos, que ocupan los nuevos arrabales, y serán posteriormente el origen de una nueva burguesía, que con el pasar de los años  y tras ensanchar sus horizontes, alcanzarán  importantes puestos en la vida atencina. Ya que la burguesía local no se fundará en base a apellidos ilustres de conquistadores de tierra y títulos en nombre del Rey; sino de personajes, en principio anónimos, que servirán al Rey distinguiéndose en la conquista, obteniendo cargos en principio de carácter burocrático, por llamarlos de alguna manera, hasta llegar a inscribir su nombre en los anales de la historia; caso de los Bravo de Laguna, Ortega, Vela, y tantos más.

   A la edificación de nuevas iglesias, instituciones de caridad e instauración de hermandades y cofradías, se suman los privilegios que el rey concede a sus moradores, y que servirán más adelante para que la villa mantenga su crecimiento. A cambio de éstos, el Concejo se encarga de proveer los ejércitos reales con hombres del Común. Mediante las oportunas levas acompañan a los ejércitos en las sucesivas campañas guerreras en pos de la Reconquista de nuevos territorios.

   Las huestes concejiles atencinas, tras el alférez de la villa siguen al rey en la toma de Cuenca, en Huete, Alarcos, Magacela, el Aljarafe murciano, y concluyen, junto a Alfonso VIII, en la famosa, y victoriosa, batalla de Las Navas de Tolosa. Muchos de los que parten quedarán recompensados en los nuevos territorios, donde fundarán núcleos de población, otros tornarán a su villa. De lo que no cabe la menor duda es de que, a partir de la batalla de Las Navas, el guion o apellido Atienza comienza a extenderse por una buena parte del hoy territorio nacional.

   La muerte de Alfonso VIII y la posterior de su mujer, Leonor de Inglaterra, poseedora o señora de Atienza, entregada a ella en arras matrimoniales, no supone para la villa merma de favores o poder, pues sus bases son lo sobradamente fuertes como para superar aquella pérdida.

Tomás Gismera Velasco


 ATIENZA, Y SU CABALLADA. Para conocerla, y entenderla (Pulsando aquí)